domingo, 8 de mayo de 2011

Niños y Jóvenes rebeldes

Hijos contestones, alumnos que no ponen atención o no cumplen, jóvenes que no quieren hacer lo que se les dice o hacen lo contrario, niños que rompen reglas y rebasan límites con facilidad.  ¿Conoces a alguien así? ¿Tienes alguen cerca que se comporta así y ya no sabes qué hacer? Entonces necesitas saber unos cuantos secretitos.

Y uno de ellos es saber que no podrás cambiar ninguna actitud en los jóvenes ni en los niños, si antes no te das cuenta que para toda actitud hay una necesidad. Muchos padres y maestros batallan gran parte del tiempo tratando de cambiar las actitudes de sus hijos o alumnos, pero no se hacen consientes de cuales son los motivos para que los niños se comporten así.
Así que primero estudiemos porque un niño o un joven es rebelde, y hay muchas causas que nutren este comportamiento como:


1. La autoridad excesiva: si a un niño sólo se le habla en tono imperativo, es decir, en tono de orden como: “¡Haz tu tarea!” “¡No le pegues a tu hermano!” “¡Lava los trastes” “¡No quiero que lo vuelvas a hacer”, etc., entonces es muy probable que el niño empiece a volverse rebelde. ¿Por qué? Bueno, sólo basta imaginar lo que sientes tu, por ejemplo, cuando alguien sólo te da órdenes, te castiga o regaña. ¿Qué sientes? ¿Imagina que tu jefe solo te da órdenes y órdenes todo el día? ¿Imagina que sólo te dice lo que esta mal y se fija siempre en el error? ¿Cómo te sentirías? Quizá no muy a gusto, y va a llegar un momento en que te sientas saturado o saturada, y no te guste trabajar más ahí. ¿Por qué? Porque quizá te sientas tratado más como una máquina o un robot “programable” que como un ser humano que siente y piensa.

2. Un carácter indulgente o permisivo: sin un padre o maestro es muy permisivo, y perdona fácilmente a los niños y no les hace ver o padecer los efectos de sus acciones, el joven y el niño sentirán muy poco valor por las cosas, lo cual puede generar dos actitudes: un carácter apático y poco interesado, o un carácter rebelde. Cuando a un niño o jovencito no se le ponen limites y, por ser “buenos padres o maestros” no se le permite que el joven padezca frustraciones o se moleste por arreglar lo que causan sus acciones, o se le levantan castigos fácilmente, entonces el niño o joven puede sentirse en verdad muy frustrado, y le dará lo mismo gritar y patalear que jalarle a una niña el cabello o pegarle a un maestro, debido a que no ha hecho consciencia de sus acciones. ¿Se le debe castigar? No. Se le debe enseñar a ser consciente (ver detalle abajo).

3. El padre o maestro “súper brillante”: este tipo de papas o maestros suelen sentirse por encima del hijo o del alumno, y en lugar de en verdad enseñarle al joven a transformar sus debilidades en fuerza, le resuelven y dan todo con facilidad, no les permiten que ellos piensen por si mismos, se adelantan a dar explicaciones y a resolver los problemas en los que se meten. Este tipo de maestros o padres hace y dice cosas como: “Déjame ayudarte” “Déjame decirte como es” “¿No te he dicho mil veces que así no se debe hacer?” “¿Pero en qué cabeza cabe?” “Te lo dije.” “Tu no sabes” “No creo que seas capaz de…” Estas afirmaciones causan fuertes frustraciones en los niños y jóvenes, pero además, el papa o maestro que ayuda a resolver siempre los vuelve inseguros e inútiles, muy poco creativos y participativos.

Estas tres formas de educación rompen tres aspiraciones básicas y fundamentales en los niños y jóvenes. Estas aspiraciones son:

• Pensar por mi mismo, ser creativo y sentirme inteligente. .
• Sentirme útil y necesario.
• Participar creativamente en las decisiones y en mi entorno.

Si trompemos estas aspiraciones, entonces lo más probable es que tengamos niños y adolescentes rebeldes. Y entre menos les dejemos pensar por si mismos, sentirse útiles, creativos e inteligentes, ellos más protestaran y querrán quitarse de encima todas nuestras órdenes, conductas y no querrán escuchar nuestros consejos.

¿Cómo guiar a niños y jóvenes hacia un carácter maduro, consiente e inteligente?

Hay tres reglas básicas:
• Aceptarlos tal como son: uno pensara que si aceptamos a alguien como es esto solo fomentara más una debilidad. Pero no es así. Aceptar a alguien con todo y sus debilidades es una de las muestras más poderosa de amor. Aceptar a los jóvenes y niños implica que empezaremos a guiarlos no con pretensiones, pues cuando pretendemos tan sólo anulamos la relación y nos privamos de descubrir al ser humano que tenemos enfrente.

• Escucharlos atentamente: aceptar significa: “ven a decirme lo que piensas, sientes y lo que te molesta, y te escuchare”. Escuchar sin juicios, sin estar pensando que algo “es malo o bueno”, ayudara al joven a expresarnos sus verdaderos sentimientos. Cuando alguien se siente juzgado, se cerrará a una relación, y no querrá ser descubierto en sus debilidades. Así que hay que simplemente escucharlos, evitando participar, resolver u opinar antes de que sea el momento. Escuchar hace que el joven o los demás se sientan importantes, le da valor a lo que sienten y piensan.

• Ayúdales a pensar y discernir: uno de los más graves errores de la educación es que el maestro o padre siente que tiene que decirle al joven lo que tiene que hacer, como debe comportarse y como debe pensar. Y nada más frustrante que esto. Ten en mente que tu única misión como guía es convertir las debilidades en fuerza. Tu hijo trae una forma de percibir el mundo y el decidirá tarde o temprano qué escoger y como vivir su vida. Tu no podrás estar siempre para resolverle todo ni decirle lo que es más conveniente para su vida. Tu sólo puedes ayudarle a que forme un carácter fuerte, consciente y creativo. Y para esto, tu mejor apoyo es guiarlos a partir del lenguaje, utilizando preguntas como ¿Qué crees que podrías hacer? ¿Cómo lo puedes resolver? ¿Qué crees que sintió tu hermano cuando le hablaste así? Evita lamentación de resolverles y ordenarlos, hazlos reflexionar y pensar y entonces les enseñaras a ser consientes y a sentir que ellos pueden resolver y participar en sus decisiones.

• Cuando hagan algo, siempre hazlos responsables de lo que hacen. Por ejemplo, si un pequeño le pega a su hermanito, no te limites a decirle “¡No le pegues!” Dile: ¿Cómo crees que te sentirías si yo te jaloneo? Y si, por ejemplo, el pequeño o el joven rompe un florero de una casa, no lo regañe sin lo hagas sentir culpable ni miserable con castigos y palabras. Dile: “Bueno, pues ya esta roto. Hoa hay que ver la forma de solucionar esto. ¿Qué crees que podamos hacer para reparar el florero?” Hay que tener muy en cuenta que lo más importante es que el niño o joven le de valor a sus acciones y les ponga solución a las que así lo requieren. De esta forma lo haremos responsable y consiente de lo que hace, lo cual evitara la rebeldía cuando se siente juzgado, castigado o regañado.

Y por último, no te olvides de ser amigo de tu hijo o alumno. Sentirse que uno “sabe más” no ayuda en la educación. Dale valor a lo que siente y piensa tu hijo, has tratos con el, no le digas “Llegas aquí a las 12” No. Dile “Nuestro trato es que la hora de llegada es a las 12. Si no llegas a esa hora, entonces tu estas decidiendo no salir la próxima vez”.

Cuando ya no eres tu quien guía sus vida, sino que el decide como vivirla y aprende a tomar decisiones, lo estarás ayudando a madurar y a hacerse responsable, y no tendras que pelear con el, sólo ser firme y respetar los acuerdos. Incluso, si llega tarde, no tendras que regañarlo ni castigarlo. Podrás darle un beso y decirle buenas noches, y mañana le recuerdas que quien decidió no salir la próxima vez fue el. ¿Lo ves? El problema ya no lo tienes tú, sino el es quien tendrá que aprender a tomar decisiones y crecer.

Todos estos pequeños detalles te ayudaran enormemente a menguar la rebeldía en tu hijo o alumno, porque se sentirá importante, participativo en sus decisiones y responsable.

Este artículo ha sido publicado el lunes 18 abril, 2011.

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